viernes, mayo 21, 2021

No time no space

El redoble del corazón le produce la necesidad imperiosa de comprobar un par de sus (in)constantes vitales. Coge el aparatito de plástico negro, lo saca de su funda y se lo coloca en el dedo índice de la mano izquierda (sí, lo tenía que limpiar con alcohol, pero no está para esas cosas). Lo enciende.

 93 -  110

O2 bajo, pulsaciones altas. ¿Pero qué coño...? Ah vale, que tiene que esperar unos minutos. Se tumba, alza la mano donde lo tiene puesto y espera (no, hoy no tocan sombras chinescas).

 Mientras, Monica le está haciendo un prepucio de pega a Joey.

96 - 99

Bueno, mejor. El corazón sigue bumbumbumbum, pero con un par menos de bums. El O2 ha subido, en teoría respira mejor. ¿Respiras mejor? Psé. Desde que le extirparon las branquias no respira, se limita a coger aire a bocanadas y a expulsarlo de golpe, con un ligero jadeo apenas imperceptible a las cinco de la tarde, pero que a las dos de la mañana suena como si se desinflase un zepelín (una vez los vecinos, asustados, llamaron a la policía. Se tuvieron que volver con las manos vacías porque no supieron decir qué era un zepelín).

 


 






jueves, mayo 13, 2021

Aqualung

 

 Todo va a salir bien, pero no de la forma que piensas

 

Hay un momento en el transcurso de la noche que se despierta, se tapa la cabeza con el nórdico - sábana - manta y se imagina que está dentro del útero materno. Hace el esfuerzo de recordar, quiero decir. Entonces entra en una especie de letargo que ni siquiera puede considerarse dormir; es como cuando dejas el ordenador en suspensión, no está apagado pero tampoco encendido, está colgando de la vida, podría decirse. Es una sensación agradable de todas formas, pasar varias horas así hasta que algo te despierte sobresaltada y te preguntes dónde coño estás y cómo has llegado a esta dimensión.


La noche anterior, después de hacer el amor, habían hablado de Egas Moniz. A ellos le gustaban hablar en la cama, en la oscuridad; nada del otro mundo, ciertamente; es un cliché. Pero a ella, mientras parloteaba, le gustaba alzar los brazos al aire: Una vez hizo sombras chinescas en la pared imitando a un perro mientras cantaba Aqualung y él se rió (ese recuerdo es de los pocos que se permite tener de él; no se lo merece).


Al día siguiente, al hacer la cama, se dio cuenta de que más que cama era una mortaja. Entonces pensó: “ahora sé porqué casi nunca la hago”.

domingo, mayo 02, 2021

2 de mayo

 Cuando recuerdo el momento en el que tiré un teclado de ordenador a la cabeza de alguien irremediablemente lo identifico con una ensalada de espinacas, queso y dátiles. Siempre ha sido así y no he entendido el motivo. Pero hoy lo he analizado y he encontrado la conexión: enfado, impotencia, frustración y, sobrevolando todo, tristeza e incomprensión, como una nube negra preñada de lluvia ácida que no llega a descargar encima de nuestras cabezas. O de mi cabeza más bien; la otra cabeza sabe resguardarse convenientemente y su melena y su conciencia permanece seca e intacta. 

Después todo está bien, todo fluye. El teclado sigue funcionando, la ensalada está rica y aquí no ha pasado nada. 

(Ningún ex marido resultó dañado en el rodaje de esta película)

 

No time no space

El redoble del corazón le produce la necesidad imperiosa de comprobar un par de sus (in)constantes vitales. Coge el aparatito de plástico ne...