Todo va a salir bien, pero no de la forma que piensas
Hay un momento en el transcurso de la noche que se despierta, se tapa la cabeza con el nórdico - sábana - manta y se imagina que está dentro del útero materno. Hace el esfuerzo de recordar, quiero decir. Entonces entra en una especie de letargo que ni siquiera puede considerarse dormir; es como cuando dejas el ordenador en suspensión, no está apagado pero tampoco encendido, está colgando de la vida, podría decirse. Es una sensación agradable de todas formas, pasar varias horas así hasta que algo te despierte sobresaltada y te preguntes dónde coño estás y cómo has llegado a esta dimensión.
La noche anterior, después de hacer el amor, habían hablado de Egas Moniz. A ellos le gustaban hablar en la cama, en la oscuridad; nada del otro mundo, ciertamente; es un cliché. Pero a ella, mientras parloteaba, le gustaba alzar los brazos al aire: Una vez hizo sombras chinescas en la pared imitando a un perro mientras cantaba Aqualung y él se rió (ese recuerdo es de los pocos que se permite tener de él; no se lo merece).
Al día siguiente, al hacer la cama, se dio cuenta de que más que cama era una mortaja. Entonces pensó: “ahora sé porqué casi nunca la hago”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario